sábado, 10 de diciembre de 2011
Con las ganas.
Recuerdo que al llegar ni me miraste, fui solo una más de cientos y, sin embargo, fueron tuyos los primeros voleteos. Cómo no pude darme cuenta que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos, y que tú estabas tan cerca. Me disfrazo de ti, te disfrazas de mí; y jugamos a ser humanos en esta habitación gris. Muerdo el agua por ti, te deslizas por mí, y jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir. Mis anclajes no pararon tus instintos, ni los tuyos, mis quejidos, y dejo correr mis tuercas y que hormigas me retuerzan. Quiero que no dejes de estrujarme sin que yo te diga nada. Que tus yemas sean lagañas enganchadas a mis vértices. No sé que acabó sucediendo, sólo sentí dentro dardos. Se me hunde el dolor en el costado, se me nublan los recuerdos, tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado. Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos. Y las palabras se me apartan, me vacían las entrañas. Finjo que no sé, y que no has sabido. Finjo que no me gusta estar contigo, y al perderme entre mis dedos te recuerdo sin esfuerzo. Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos.
jueves, 8 de diciembre de 2011
Encuentra al que pueda hacerte sonreír cuando veas que el mundo se te viene encima. Que te llame de nuevo cuando le colgaste, que te diga cuando te equivocas; que incluso te haga llorar con ciertas palabras y que te defienda. Que quiera enseñarte el mundo; que conozca tus peores defectos y aun así, siga queriéndote como el primer día. Espera al que te recuerde constantemente que le importas y lo afortunado que es por tenerte. Al que te coja la mano delante de sus amigos y les diga: es ella, no hay otra.
¿Tienes algo que hacer en los próximos 100 años? Porque te voy a llenar la agenda. Quiero que hagamos planes y que deshagamos los antiguos. Los días impares te los dejo libres, para que te de tiempo a echarme de menos y yo no pueda echarte de más. Los domingos cenaremos a las 11 de la mañana y dedicaremos el día a inventar nuevas formas de querernos, que la de querernos eternos la tenemos muy gastada. Te haré despertar a las 9 de la noche, únicamente para abrazarte tan fuerte que te sangre el corazón. Qué, ¿Te apetece? Porque no te preocupes, que a esta vida invito yo.
Y aunque a veces no lo parezca yo también te quiero mucho.
La felicidad está en las cosas que no planeas, en las que no ves venir. No me esperaba para nada que las cosas pasaran así, ¿pero, sabes? No me arrepiento de nada; y ya se que discutimos a menudo, pero que quieres que te diga, estamos hechos el uno para el otro; y sí, somos diferentes, pero tenemos algo en común y es que yo soy tú siempre y cuando tu sonrisa siga poniéndome en pie.
Lo que intento decirte es que entiendo lo que es sentirse el ser más pequeño, insignificante y patético de la humanidad y lo que es sentir dolor en partes del cuerpo que ni siquiera sabías que tenías. Y da igual cuántas veces te cambies de peinado, o a cuántos gimnasios te apuntes, o cuántas latas de Cocacola te bebas, porque sigues acostándote todas las noches repasando todos los detalles y miradas que te dio. Y cómo coño en ese breve instante puedes pensar que eres tan feliz. Y después de todo eso sólo le veo una pega a todas las tias extraterrestres, por llamarlas así, que han pasado por su vida, que no tienen espacio suficiente para recorrer con su nave, ni meses, ni años, ni lustros, ni décadas, ni siglos.. incluso milenios para quererte un pedazito de todo lo que te quiero yo.
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